¿Qué nos dejó la Cumbre Mundial del Clima?

La Cumbre Mundial del Clima (COP29) se instaló en el epílogo del calendario de 2024 bajo una sombra de críticas desde organizaciones ambientales por la elección de Azerbaiyán como sede, la anunciada ausencia de varios líderes globales y los consabidos rumores sobre la resistencia de países industrializados a extremar medidas contra las emisiones de carbono. ¿La única esperanza? Cerrar un acuerdo superador por la financiación de programas de desarrollo sostenible en favor de las naciones del sur global. 

La meta es que fluyan fondos desde los países desarrollados hacia los países en desarrollo: al menos 300.000 millones de dólares anuales en financiación climática para 2035.

La suma tiene como fin ayudar a los países en vías de desarrollo a frenar las emisiones de gases invernadero, a abandonar los combustibles fósiles y a adaptarse al calentamiento global. Las naciones del sur global demandaron vías para recaudar al menos un billón de dólares al año, una suma que, según renombrados expertos en economía, es necesaria para responder a la crisis climática. Pero los países industrializados, sin especificar cifras concretas hasta el último día, dijeron que para recaudar dinero necesitan la participación del sector privado.

El documento final intentó dar la esperanza de que se avanzará hacia los 1,3 billones de dólares, a través de "donaciones e instrumentos que no generen deuda". Paralelamente, en una carta abierta a la ONU, un grupo de científicos y exlíderes dijeron que la COP "ya no era adecuada para su propósito" y requería un cambio de la negociación a la implementación para "cumplir los compromisos acordados y garantizar la urgente transición energética y la eliminación de la energía fósil".

Críticas a la salida de la delegación argentina

Para Argentina, la COP29 no fue una más: se trataba de la primera cumbre con representación del gabinete de Javier Milei, un confeso negacionista de las consecuencias del cambio climático. Pero el saldo fue incluso peor al imaginado: luego de un puñado de días, la delegación argentina se retiró por diferencias con los temas en tratamiento, anclados en la Agenda 2030 y el Acuerdo de París. 

Greenpeace advirtió que la salida de los representantes argentinos fue una pésima señal para el país y las futuras generaciones. "Se conversó la movilización de trillones de dólares en financiamiento climático, precisamente hacia los países en desarrollo. La participación de todos los países, pero específicamente de los países del sur, es fundamental para garantizar que estos flujos financieros lleguen de manera adecuada y se puedan destinar a la mejora en la calidad de vida de las personas. Retirarse de la toma de decisiones sobre un tema tan sensible y crítico como el financiamiento, es una oportunidad perdida para quienes se pueden beneficiar de los acuerdos que se tomen en Baku", concluyó.

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