América Latina después de la pandemia

La economía latinoamericana ha sufrido un impacto muy fuerte, como resultado del colapso de los mercados durante el período de la pandemia del Covid-19. Para todos es evidente el cambio de condiciones que han perjudicado, en general, a todos los países del mundo. Sin embargo, aún no queda claro el panorama de lo que viene para nuestros países, cuando se restablezca aquella “normalidad” que se nos ha hecho esquiva desde el mes de marzo en nuestra región.

Durante los últimos meses de 2019, ya presenciábamos en América Latina numerosas manifestaciones de inestabilidad política y económica, protestas masivas que recorrían las grandes ciudades y expresaban un descontento generalizado, ante el estancamiento económico y el detrimento de condiciones sociales en nuestra región. Todo esto, acompañado de un rechazo colectivo a los niveles de corrupción e ineficiencia en las administraciones públicas. 

Así, el contexto político y económico ya anunciaba procesos de desaceleración económica o incluso estancamiento, desde antes de la irrupción de la pandemia. Resultaría estéril esta aclaración en estos momentos, pero es necesaria para dimensionar no sólo las condiciones actuales de nuestra economía sino su panorama a futuro.

De igual manera, nuestras economías son productoras de materias primas y es evidente que su reactivación económica dependerá en gran medida de la reactivación de mercados que las compran, como son el chino y el estadounidense, paralizados en gran parte debido a cuarentenas o a las restricciones de movilidad.

Otro aspecto a tener en cuenta es el precio del petróleo. Desde antes de la pandemia los precios del crudo estaban a la baja y con la pandemia sólo se agravó la brecha que ya existía entre oferta y demanda. Los precios cayeron significativamente en marzo y países productores en la región, como Venezuela, Brasil, México y Colombia resultaron inevitablemente afectados.

Un factor que ha propiciado que la afectación económica haya tocado de manera cercana a tantas personas, es que 140 millones de latinoamericanos viven de la economía informal (según reporte de la OIT) y este sector recibió las consecuencias inmediatas ante las restricciones de movilidad, aislamiento social y medidas de distanciamiento decretadas durante las cuarentenas. 

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) proyecta que para finales de 2020, el PIB de América Latina habrá tenido un retroceso equivalente a los niveles económicos registrados en 2010, es decir, presenta un panorama de un decenio perdido en materia económica. El cálculo de disminución del PIB, en promedio, para América Latina será del 9.1%

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) proyecta que para finales de 2020, el PIB de América Latina habrá tenido un retroceso equivalente a los niveles económicos registrados en 2010, es decir, presenta un panorama de un decenio perdido en materia económica. El cálculo de disminución del PIB, en promedio, para América Latina será del 9.1%

Se estima que los países con peores panoramas para finales de 2020 serán en su orden: Perú con una reducción del 13% de su PIB; Argentina, con una disminución del 10.5%; y Brasil, que verá una disminución del 9.2%. Cabe anotar que el caso de Venezuela es excepcional, ya que se considera una disminución del 26% de su PIB para finales de 2020, pero se excluye de las estimaciones por carecer de información detallada, suficiente  y confiable acerca de su economía.

Los países de la región con resultados menos desalentadores serán Paraguay, Guatemala y Uruguay, con disminuciones de su PIB del 2.3%, 4.1% y 5%, respectivamente.

El caso de Paraguay es muy llamativo, comenzó el año 2020 con un repunte en su producción de soja y el Covid-19 arribó en un contexto económico de bonanza; además, el país guaraní logró un mayor control de la pandemia, en comparación con los demás países de la región y pudo flexibilizar el distanciamiento social desde el mes de mayo.

En las perspectivas más optimistas, se prevé la estabilización de la dinámica económica en América Latina para comienzos o mediados del año 2022; sin embargo, cada país contará con condiciones diferentes y las decisiones gubernamentales jugarán en favor o en contra del tiempo necesario para recuperarse. Y a esto se le presenta un agravante: América Latina se convirtió en el epicentro de la pandemia mundial en los últimos meses y una reapertura de las actividades económicas podría representar que los contagios se disparen nuevamente.

Los gobiernos parecen coincidir en la necesidad de reapertura gradual de las actividades económicas, ya que si bien las cifras de contagios disminuyen, aún no se ha superado la crisis. El número de contagios nuevos el día 8 de septiembre, marcaba para Brasil 14279, para Argentina 12027 y para Colombia 7665.

Posiblemente, las condiciones son cada vez más alentadoras. De todas maneras, la recuperación económica será lenta y son muchos factores los que intervienen en ello. Algunos sectores tardarán más en activarse, como el turismo. Todavía hay que tomar muchas precauciones, las restricciones son grandes y no hay mucha liquidez para invertir en viajes. Pero se trabaja duro para mejorar el panorama.

Vendrán meses de austeridad y eso aplica tanto para la economía de los gobiernos como para las economías empresariales o familiares. La prudencia y la mesura en los gastos evitarán los despilfarros: estamos ante una dura prueba que nos toca a prácticamente todos y entre todos debemos salir adelante en ella. 

La cooperación entre nuestros países se hace hoy más necesaria que nunca, ya que la prosperidad que cultivemos juntos, nos cobijará mientras cooperemos para alcanzar objetivos comunes. El futuro económico de América Latina no es una competencia individual. Asumamos, de una vez por todas, que se trata de un trabajo en equipo.

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