La falta de protección de los océanos "tendrá un efecto dominó sobre toda la Agenda 2030"

Como si se tratara de una réplica del balance de la Cumbre del Clima de noviembre de 2021, la II Conferencia de los Océanos, que concluyó el pasado 1 de julio en Lisboa, dejó un fuerte llamamiento a la acción internacional y preocupantes cuadros de situación, pero ninguna certeza de cara a compromisos inmediato. 

El secretario general de la ONU, António Guterres, fue el responsable de abrir la asamblea que se prolongó durante cinco días y tuvo a Kenia y a Portugal como países anfitriones. Advirtió que el fracaso de la humanidad en la protección de los océanos "tendrá un efecto dominó sobre toda la Agenda 2030". 

"Esperamos 100.000 millones prometidos por los países ricos", reclamó el enviado de la ONU para los Océanos, Peter Thomson, en Lisboa. "Estamos en una carretera hacia el infierno", afirmaba. "Necesitamos esos 100.000 millones. Es necesario repartir la riqueza y hacer lo que es correcto", defendió el funcionario de la ONU antes del cierre de la II Conferencia de los Océanos.

Según amplió la agencia EFE, se trata de un llamamiento que comparten los países en vías de desarrollo, las comunidades originarias y la sociedad civil. "Los políticos de los países desarrollados no actuarán si no es en el interés económico de sus países, por lo que las islas pequeñas debemos actuar en nuestro propio interés", denunciaba el portavoz de Antigua y Barbuda.

"Demasiada palabrería y poca acción", resumieron activistas medioambientales tras cinco días de debates entre gobiernos, investigadores, empresarios y sociedad civil.

Más de 7.000 participantes, 150 delegaciones, una veintena de jefes de Estado y de Gobierno acudieron a la II Conferencia de los Océanos.
El texto final de la asamblea, que no es de carácter vinculante, reconoce el efecto "devastador" del cambio climático en los océanos, alerta sobre el "nefasto" estado de los mares y pide "más ambición". También admite el "fracaso colectivo" en el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 14, relativo a los océanos, y evita citar el gran desafío para 2030: proteger el 30 % de los mares.

"Esta declaración es una señal del ánimo de las Naciones Unidas, pero queremos ser más ambiciosos", aseguró el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, antes de clausurar oficialmente la cita, que el país luso organizó junto con Kenia.

El jefe de Estado portugués destacó que la palabra "que ha resonado" a lo largo de toda esta conferencia ha sido "acción", y puso algunos ejemplos de promesas realizadas durante la cita, como en protección de la biodiversidad, seguridad marítima, acelerar el futuro tratado de alta mar o la búsqueda de formas de financiación.

El secretario del Gabinete de Medioambiente de Kenia, Keriako Tobiko, dimensionó que  "los líderes han demostrado voluntad política para que los resultados de esta Conferencia sean una prioridad y se pongan en práctica".  

La próxima Conferencia de los Océanos será en 2025, organizada por Francia y Costa Rica. 

Aunque no hay compromisos de inversión gubernamentales, Lisboa no terminó con las manos vacías. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) lanzará "Ocean Promise" para compensar las pérdidas de un billón de dólares anuales causadas por la mala gestión de los océanos.

El Banco de Desarrollo de América Latina-CAF destinará 1.250 millones de dólares a ecosistemas marinos y costeros de América Latina y el Caribe en los próximos cinco años.

Bloomberg Philanthropies, Moore Foundation, el Fondo Internacional de Conservación de Canadá y otros seis socios donarán 1.000 millones de dólares para lograr la meta del 30 % y Australia dedicará 1.200 millones de dólares en los próximos diez años a preservar la Gran Barrera de Coral.

El próximo encuentro sobre la salud hídrica es en Nueva York, en agosto de este año, donde se debatirá el Tratado Global de los Océanos.

  • Banner
  • Banner