Los incendios forestales aumentarían un 50 % para 2100: el consejo clave para los gobiernos

El incremento gradual de temperaturas sumado a las consecuencias de las sequías generaría que el número de incendios forestales aumente en un 50 % para 2100, revela un estudio elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y el centro de comunicaciones ambientales noruego GRID-Arendal.        

Regiones australes como Argentina, Brasil y la propia Australia sufrieron en carne propia estas predicciones durante 2020, 2021 y 2022, pagando un precio muy alto en la biodiversidad de sus bosques, montes, selvas y humedales. Sin embargo, el incremento de incendios no sólo afectaría al cono sur, sino a todo el planeta, incluyendo a regiones que hasta el momento parecían a salvo del fuego, como el Ártico. 

Según un nuevo informe se prevé que el cambio climático y el cambio en el uso de la tierra hagan que los incendios forestales sean más frecuentes e intensos, con un aumento mundial de los incendios extremos de hasta un 14 % para 2030, un 30 % para finales de 2050 y un 50 % para finales de siglo.

El documento hace un llamado a realizar un cambio radical en el gasto de los gobiernos en materia de incendios forestales, pasando aquellas inversiones destinadas a la reacción y respuesta a la prevención y la preparación.

El informe titulado "Propagándose como un incendio forestal: la creciente amenaza de incendios excepcionales en paisajes" demuestra un peligro creciente incluso para regiones como el Ártico, que hasta la fecha no había sido afectadas por focos.  

El documento propone a los gobiernos que forman parte de Naciones Unidas que adopten una nueva "Fórmula de Preparación para Incendios": dos tercios del gasto se destinen a la planificación, prevención, preparación y recuperación, y un tercio a la respuesta. En la actualidad, la respuesta directa a los incendios forestales suele recibir más de la mitad de los gastos correspondientes, mientras que la planificación recibe menos del 1 %.

Para prevenir los incendios, los autores piden que se combinen los datos y los sistemas de vigilancia, basados en la ciencia, con los conocimientos indígenas locales y que se refuerce la cooperación regional e internacional.

"Las respuestas actuales de los gobiernos a los incendios forestales suelen invertir el dinero en el lugar equivocado. Hay que apoyar a los trabajadores de los servicios de emergencia y a los bomberos que están en primera línea y que arriesgan sus vidas para luchar contra los incendios forestales", aclaró Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA, pero insistió en que es necesario "minimizar el riesgo de incendios forestales extremos estando mejor preparados: invertir más en la reducción del riesgo de incendios, trabajar con las comunidades locales y reforzar el compromiso global de lucha contra el cambio climático".

A su vez, el informe solicita una reforma en las normas internacionales referentes a la seguridad y a la salud de los bomberos y para minimizar los riesgos a los que se enfrentan antes, durante y después de las operaciones. Esto incluye la concienciación sobre los riesgos de inhalación de humo, la minimización de la posibilidad de atrapamientos que pongan en peligro la vida, y la provisión a los bomberos de acceso adecuado a una hidratación, nutrición, descanso y recuperación entre turnos.

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