Qué es la contaminación acústica y por qué la ONU emitió una nueva alarma

Aunque millones de personas naturalicen los bocinazos, el trajinar de los ferrocarriles y el constante cruce de colectivos a su alrededor, esa marea sonora que nos envuelve diariamente deja un saldo desfavorable para nuestra salud. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) emitió esta semana una nueva alerta por el peligroso incremento de la contaminación acústica en varias de las principales ciudades del mundo. 

En su informe Fronteras 2022: ruido, llamas y desequilibrios del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, publicado el pasado jueves 17 de febrero, la ONU advirtió que la contaminación acústica en las ciudades es un peligro creciente para la salud pública. 

La contaminación acústica o sonora se debe a la reproducción constante de sonidos no deseados, prolongados y de alto nivel procedentes del tráfico rodado, el ferrocarril o las actividades de ocio que perjudican la salud y el bienestar de los ciudadanos.

Los especialistas alarman que esta problemática no solamente genera estrés en los ciudadanos, sino también molestias crónicas y alteraciones del sueño. Estos cuadros conducen a su vez a graves enfermedades cardíacas y trastornos metabólicos, como la diabetes, al tiempo que causan problemas auditivos y una peor salud mental.   

Según el informe provisto por ONU, la contaminación acústica provoca 12.000 muertes prematuras al año en la Unión Europa y afecta a uno de cada cinco de sus ciudadanos. Los niveles de ruido aceptables se superan en muchas ciudades del mundo, entre ellas Argel, Bangkok, Damasco, Dhaka, Ho Chi Minh City, Ibadan, Islamabad y Nueva York.

En América Latina, Buenos Aires despunta como la más ruidosa y la única que forma parte de las primeras diez del mundo. En efecto, según un estudio de 2019 de la consultora ambiental CitiQuiet, con sede en Nueva York, es la octava en ese escalafón, junto a Bombay, Calcuta, El Cairo, Nueva Delhi, Tokio, Madrid, Nueva York, Shanghai y Karachi.

Los más afectados por la contaminación sonora son los más jóvenes, los ancianos y las comunidades marginadas cerca de carreteras con mucho tráfico y zonas industriales y alejadas de los espacios verdes. Asimismo, los animales que habitan los entornos urbanos, como aves, ranas e insectos, también sufren el ruido que afecta a la comunicación acústica de la que la que dependen para sobrevivir.

En este marco, ONU Medio Ambiente propone combatir la contaminación acústica en las ciudades incrementando las zonas verdes: la vegetación absorbe la energía acústica, además de dispersar el ruido y amplificar los sonidos naturales, ya que atraen la vida silvestre y mejoran el paisaje urbano visual. Las áreas verdes, los patios y los parques urbanos suponen, asimismo, un alivio para escapar del ruido y estimular nuestro bienestar mental.

El informe señala que más bicisendas suponen, indirectamente, también menor espacio para la conducción y, por tanto, reducen el ruido de los vehículos a motor. Por su parte, las zonas de bajas emisiones fomentan la movilidad eléctrica, lo que contribuye de nuevo a la reducción del ruido, además de mejorar la calidad del aire.

El área para el medio ambiente del organismo multilateral recalca la necesidad de que los urbanistas tengan todo esto en consideración cuando diseñen las ciudades o nuevos espacios. En definitiva, como señala el informe, los espacios verdes son una solución basada en la naturaleza para generar paisajes sonoros agradables.

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