Sentencia histórica contra el cambio climático: un tribunal de La Haya condenó a Shell


La Justicia se ha convertido desde hace años en un nuevo campo de batalla para el activismo ambiental. Cada vez son más las oenegés que interponen litigios contra gobiernos o megaempresas por actividades generadoras de daños sobre ecosistemas o incumplimiento de las metas contra el cambio climático adoptadas en acuerdos nacionales o internacionales. Esta vez, un tribunal de la Haya, Países Bajos, falló contra Shell al responsabilizarla directamente por el avance del cambio climático. 

Ahora la megapetrolera deberá reducir en un 45 % sus emisiones de carbono en un período no mayor a diez años, en línea con varias de las metas que cientos de Estados asumieron en el Pacto de París de 2015.    

El fallo histórico se dio a conocer en la última semana de mayo, tras la demanda de la organización Amigos de la Tierra (Friends of Earth of Netherlands).  El veredicto expresa que existe una "amenaza de violación de los derechos humanos" en cuanto al derecho a la vida y a una vida familiar sin molestia y señala que la corporación tiene que cumplir con lo establecido en el fallo "inmediatamente" porque su política climática "no es lo suficientemente concreta". 

La jueza ha afirmado que Shell es responsable por las emisiones asociadas a sus productos de sus clientes y suministradores.

La organización de activismo por el medioambiente interpuso una demanda contra Shell en 2019 por sus daños ecológicos, a la que se adhirieron otras entidades como Greenpeace o Action Aid. Su argumentación se basaba en que la petrolera anglo-holandesa "conocía durante años los daños de la extracción de petróleo y no sólo desinformó al público sino que continuó perforando". En este sentido, el tribunal concuerda en que la petrolera es una de causantes del cambio climático y por eso la concita a que rebaje sus emisiones de gases de efecto invernadero. El fallo deja factible la posibilidad de que las emisiones sean compensadas con medidas que resten CO2 de la atmósfera en la línea de neutralidad climática que se ha extendido a la hora de computar esas emisiones: la idea es que una plantación de árboles determinada, por ejemplo, absorberá una cantidad de gases.

La compulsa tuvo su origen cuando la organización remitió una carta a Shell en 2018 en la que  consideraba que la transnacional "con sus actividades y estrategia empresarial está quebrando sus obligaciones legales al causar el cambio climático". En su opinión, la petrolera debía "poner remedio a esta situación ilegal y alinear sus acciones e inversiones con los objetivos climáticos". En abril de 2019, Shell fue requerida por un tribunal de La Haya, donde la petrolera tiene su base general, tras la demanda de la oenegé y otros 17.000 co-demandantes que, en resumen, consideraban que el modelo de negocio de esta corporación suponía "una seria amenaza a los objetivos del Acuerdo de París contra el cambio climático". Incluso llegaron a cuantificar que Shell "ha sido responsable del 1,8% de todo el CO2 emitido por la humanidad a la atmósfera. Actualmente sus actividades están detrás del 1 % de las emisiones globales: Shell causa cambio climático".  

El impacto de la sentencia en América del Sur

El fallo del tribunal de La Haya no pasó inadvertido por América del Sur, región en la que Shell conserva una marcada presencia en el mercado de combustibles. La presidenta del Partido Verde de Argentina, Silvia Sánchez, señaló en una columna del DiarioAr que "el fallo es histórico y bisagra. Era impensable que un tribunal de La Haya condenara a la petrolera Shell a reducir un 4 5% sus emisiones de CO2 en los próximos diez años por encontrarla responsable por cambio climático. Esto abre una esperanza porque presionará al resto de los países a tomar cartas en el asunto". 

Y denunció que "las empresas petroleras se financian en el mundo con los Fondos de pensiones y jubilaciones, o sea con el ahorro de los trabajadores. Por eso el fallo debe ser leído como una clara muestra de que asistimos a un fin de época: la civilización de los combustibles fósiles. Así lo marcaron además el derrumbe de los precios del crudo y las enormes pérdidas económicas de las compañías petroleras". 

"El mundo se está convirtiendo hacia una agenda verde, que incluye un modelo de desarrollo sostenible. Y Argentina tiene una oportunidad de subirse a la ola verde que implica una planificación y una transición energética que aproveche el gigantesco potencial para crear una matriz diversa, democrática, federal y respetuosa del ambiente.  ¡Es ahora!", sostuvo. 

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