Ecosistemas marinos en riesgo: el impacto de la pesca ilegal y la sobrepesca en América del Sur

Si las tendencias actuales de pesca continúan, veremos los océanos prácticamente vacíos en el año 2048. Sin peces ni vida en el mar, solo nos quedan océanos muertos. Según datos publicados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, en un estudio sobre el cambio climático y sus efectos en la biodiversidad en América Latina, el determinante de cambio directo más importante en los últimos 50 años para los ecosistemas marinos, ha sido la pesca. Ésta es la principal fuerza antropogénica que desestabiliza y produce un fuerte impacto negativo sobre la estructura y la función de la biodiversidad de los océanos.

Desde hace décadas se buscan soluciones para esta problemática. En 2015 los países se comprometieron a que para el año 2030 cumplirían con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible adoptados por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Existe uno en particular, el objetivo 14 sobre Vida Submarina, cuya meta es conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos. A partir de este objetivo, parece indispensable descubrir cómo transformar a la industria pesquera global en sustentable.

Es común pensar que son los bosques quienes nos dan el oxígeno que necesitamos para vivir. Cuántas veces escuchamos hablar del Amazonas como uno de los pulmones del planeta olvidándonos por completo que el verdadero pulmón del planeta está en los océanos y lo estamos matando. Del total del oxígeno que se libera cada año a la atmósfera, el fitoplancton es el responsable de producir entre el 50 % y el 85 %. 

Anualmente, el 5 de junio se celebra el Día Internacional de la lucha contra la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (esta clase de práctica se conoce por la sigla INDNR). La tendencia a luchar contra estas actividades ilegales aumenta a nivel global. Pero ¿qué es la pesca ilegal? El término ilegal, en este caso, se utiliza como forma de distinguir entre lo que está reglamentado y lo que no, lo que se declara y lo que no. Dentro de este amplio espectro, la pesca ilegal puede tomar varias formas.

En la región de América del Sur, la pesca ilegal extranjera es un problema que afecta a los ecosistemas marinos desde hace décadas. Desde Argentina hasta Colombia, los países deben enfrentar esta dificultad. La existencia de la pesca ilegal acarrea también a la sobrepesca, la actividad en la que los seres humanos agotan las poblaciones de peces de una manera tan acelerada y abusiva que no permiten la reproducción de estas especies, lo que las lleva a un peligro de extinción. Esto afecta sobre todo  a zonas protegidas como es la Reserva Marina de las Islas Galápagos, poniendo en riesgo su biodiversidad.

Existe un mecanismo jurídico de carácter internacional que permite a los Estados nacionales proteger sus costas. Este recurso es conocido como ZEE o Zonas Económicas Exclusivas y abarcan el espacio territorial desde las costas hasta 200 millas hacia el mar. Los buques que pescan de manera ilegal se posicionan en la milla 201 y se aprovechan de los países con poco control sobre sus costas para ingresar en las zonas protegidas.

En las costas de América del Sur, las flotas pesqueras que trabajan  de manera ilegal suelen provenir principalmente de China. Aunque muchas también  son de España, Corea del Sur y Taiwán, entre otros. Por ejemplo, en Ecuador la principal amenaza son las flotas chinas, pero en Argentina y Chile también hay muchísimos barcos ilegales que provienen de España.

¿Cómo afecta a la región y por qué nos importa?

Para entender por qué es importante y cuál es el impacto que tiene en nuestra región, hay que mirar al conflicto desde dos perspectivas. Por un lado, desde un punto de vista de sostenibilidad ambiental. Por el otro, desde una perspectiva socioeconómica.

  • Aspectos socioeconómicos de la pesca ilegal y sobrepesca en la región:
Para muchos países de Latinoamérica la industria pesquera constituye un pilar de la economía, de forma directa e indirecta. De acuerdo a datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la pesca INDNR tiene graves consecuencias para el bienestar de comunidades cuyas economías dependen de la pesca reglamentada, pone en riesgo la seguridad alimentaria, daña el comercio justo tanto local como internacional y, usualmente, implica condiciones laborales precarias y poco seguras. Además, muchas veces esta industria esconde también trabajo esclavo y tráfico de personas.

  • Pesca ilegal y sobrepesca desde una perspectiva de sostenibilidad ambiental:
En el año 2013, tres investigadores de la Universidad Nacional de Colombia publicaron un artículo en el que explican las principales amenazas a la biodiversidad marina y algunos de sus efectos en los ecosistemas. Al hablar de biodiversidad marina, término acuñado en el Convenio Internacional sobre la Diversidad Biológica de Naciones Unidas, nos referimos a la variedad de formas de vida que habitan el mar.

Dentro de las principales amenazas a los ambientes marinos, la sobreexplotación de recursos es la causa principal de pérdida de biodiversidad. Esto se debe a que la industria pesquera se encuentra en el límite de su capacidad o en algunos casos, excedida. A esto se suma el uso de técnicas de pesca agresivas que destruyen hábitats como los estuarios, los arrecifes y los humedales. Y no hay que olvidarse que como consecuencia de los cambios climáticos a nivel global, los océanos se están acidificando y debido a ello, se pone en riesgo la salud en el mar.

¿Qué se puede hacer?

Gracias al avance de la lucha contra el cambio climático, cada vez hay más soluciones posibles a estas problemáticas. A grandes rasgos, se pueden agrupar en dos aspectos: desde una perspectiva legal y desde una perspectiva tecnológica.

Como sabemos, China domina la industria pesquera. Pero además, los barcos provenientes de este país son los que más pescan de manera ilegal. Una estrategia clave podría ser comprometer a la República de China para que aumente la regulación de esta industria. Además, en 2016 entró en vigor el Acuerdo sobre medidas del Estado rector del puerto (AMERP). Es el primer tratado internacional de carácter vinculante para luchar contra la pesca ilegal, no reglamentada y no declarada mediante un mecanismo muy original: se impide que los buques de estas características puedan desembarcar en puertos extranjeros.
Otra estrategia viable, teniendo de base el acuerdo que establece las ZEE hasta las 200 millas, puede ser incrementar estas zonas exclusivas a cargo de los Estados nacionales. Un ejemplo es la solicitud de Ecuador para que las ZEE abarquen hasta 350 millas.

Desde la perspectiva tecnológica, promover la transferencia de recursos tecnológicos desde Estados Desarrollados a Estados en vías de Desarrollo puede ser clave para que éstos últimos mejoren la capacidad operativa que tienen para controlar y proteger los recursos de las ZEE.

En esta jornada de doble lucha en la que celebramos el Día Mundial del Medio Ambiente y el Día Internacional de la Lucha contra la Pesca Ilegal, No Declarada y No Reglamentada, queremos dejar esta reflexión sobre las consecuencias que enfrentamos en la región, tanto económicas como sociales y ecológicas, debido a la pesca ilegal y la sobrepesca. Cuidar y gestionar este recurso esencial de manera sostenible es responsabilidad de todos y es uno de los mayores imperativos para los próximos años si lo que se quiere es cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
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Sobre la autora de la columna: 

Delfina López Suriano es licenciada en Relaciones Internacionales (UdeSA), y se especializa en Diseño y Evaluación de Políticas Públicas (UPF Barcelona School of Management). Militante feminista. Miembro del grupo Youngo Ocean s Voice de Naciones Unidas.

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