A la basura: el asombroso porcentaje de comida que desperdiciamos cada día

Aunque parezca una paradoja, el consumo también implica pérdida: así como determinados bienes tecnológicos son sustituidos rápidamente por otros cuando se tornan obsoletos o simplemente demasiado anticuados, la comida también forma parte del circuito del desecho. Actualmente, se desperdicia el 17% de los alimentos en todo el mundo. 

En 2019, antes del comienzo de la pandemia, se registraron 931 millones de toneladas de alimentos desperdiciados, o sea que casi la quinta parte de comida que podría haber sido ingerida fue desechada. 

Según un informe elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la organización británica sobre residuos WRAP, la mayor parte del desperdicio de alimentos, alrededor de un 61%, se origina en los hogares; un 26% pertenece al rubro de servicio de alimentos, por ejemplo, de restaurantes, hoteles o establecimientos educacionales. Y, finalmente, un 13% proviene del comercio, como supermercados o pequeños almacenes.  

"Lo que ahora sabemos es que para los países de ingresos medios el desperdicio de alimentos en el hogar es sustancial. Y esto cambia completamente lo que pensábamos anteriormente de que era solo un problema de los países de altos ingresos", explicó Tom Quested, analista de WRAP y uno de los autores del reporte.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señaló que en un mundo en el que el número de personas afectadas por el hambre ha ido aumentando lentamente desde 2014, es esencial frenar la pérdida y el desperdicio de alimentos. Además, subrayan que esta tendencia también ejerce una presión innecesaria sobre el medioambiente, lo que da lugar al agotamiento de los recursos naturales y a la emisión de gases de efecto invernadero.

En este marco, de acuerdo a datos provistos por ONU, se estima que entre el 8 y el 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero están asociadas con comida que no se consume. "El impacto ambiental es enorme. Para dar una idea de la escala de esto, si el desperdicio de alimentos fuera un país, sería el tercer mayor emisor del planeta, solo detrás de China y Estados Unidos", dijo el director de WRAP, Richard Swannell, al medio internacional BBC. 

Las consecuencias y el origen de la pandemia de Covid-19 han encendido nuevas alarmas sobre el tratamiento de la comida y las estrategias actuales de deposición y pérdida. En este contexto, y con motivo de la primera celebración del Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos (29 de septiembre), la FAO publicó varios informes que establecen relaciones entre la pérdida y el desperdicio de alimentos y la seguridad alimentaria, además de sugerir formas de abordar la situación a la vez que se mejora la nutrición y la sostenibilidad ambiental.

Entre los más salientes, la organización conmina a la revisión urgente de los puntos de la cadena de tratamiento y suministro de alimentos para disminuir el porcentaje de pérdida y aportarle calidad a su distribución.

América Latina: hambre y derrame

Conforme a cifras aportadas por Naciones Unidas, América Latina y el Caribe no son la excepción en el lamentable retrato de alimentos echados a perder: la región representa el 20% de la cantidad global de los que se pierden desde la fase posterior a la cosecha hasta el nivel minorista, sin incluir a este último. 

El documento titulado Estado mundial de la alimentación y la agricultura 2019, señala que la región, que sólo alberga el 9% de la población mundial, se sitúa tras la zona de Asia meridional y central, y el área de América septentrional y Europa, en el ranking del desperdicio de alimentos.  

"Las pérdidas se generan en los primeros eslabones de la cadena: producción, procesamientos y transporte, mientras que los desperdicios se generan en los eslabones de comercialización y consumo", aclara Germán Sturzenegger, coordinador de la plataforma #SinDesperdicio, una iniciativa del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). "En países en vías de desarrollo, prevalecen las pérdidas de alimentos, mientras que en países desarrollados, los desperdicios", agregó. 

El dato toma mayor dimensión si se tiene en cuenta que América Latina y el Caribe es la región más desigual del mundo, en la que se estima que 47 millones de personas sufren hambre cada día. 

La falta de datos es uno de los principales retos que deben abordar sobre esta cuestión en la región, denuncian desde los organismos.  No obstante, sólo "en Argentina se pierden y desperdician anualmente más de 16 millones de toneladas de alimentos, mientras que en Colombia las estimaciones son cercanas a los 10 millones de toneladas por año, alrededor de un 34% de todo lo que se produce para consumo humano", puntualizó el experto del BID.

Según datos de la FAO, en América Latina se produce una particularidad común: "En casi todos los países, la pérdida se produce entre la postcosecha y la distribución", detalló Sara Granados, asesora regional en Sistemas Alimentarios Inclusivos y Eficientes, y lo atribuyó a que "se observan altos volúmenes de pérdidas en campo por falta de infraestructura y buenas prácticas de siembra y cosecha, fallas en la cadena logística y de transporte". 

El mal estado de las carreteras provoca que los productos no lleguen como deberían. Además, la descomposición que sufren dichos alimentos afectan en mayor grado a las "frutas y hortalizas, un grupo muy perecible que queda fuera de la cadena de suministro y cuyas pérdidas son muy altas", ejemplificó Granados. No obstante, "al no tener una infraestructura adecuada para el almacenamiento, el deterioro de raíces y tubérculos es altísimo", agregó.

En relación a los desperdicios generados por los consumidores, Granados señaló a "la ausencia de sistemas de vigilancia y alerta que permitan a los centros de distribución identificar a alimentos que están cercanos a su fecha de vencimiento, y que no alcanzan a ser recuperados por los bancos de alimentos". Otro aspecto son las conductas de irresponsabilidad del consumidor "por desconocimiento en el etiquetado de los alimentos, así como por malas prácticas de compra y almacenamiento de los mismos", agregó Sturzenegger. Se trata de una situación que ha aumentado durante la pandemia de coronavirus. "Se presentó un incremento en los desperdicios de alimentos a causa de las compras de pánico y del mal manejo de los alimentos a nivel de hogares", completó. 

Desde la FAO, impulsan una serie de iniciativas para suprimir la pérrdida de alimentos disminuyendo los eslabones de conexión entre los productores y los consumidores. Bajo ese objetivo primordial, respaldan la creación de plataformas electrónicas que vinculen la oferta con la demanda, compras directas a la agricultura familiar y la actualización de marcos legales para la donación de alimentos, de manera que se creen incentivos tanto para la donación de empresas como para la creación de una logística adecuada para la recuperación de alimentos, entre otras propuestas tendientes a alcanzar un sistema de distribución alimentaria más equitativo.
  • Banner
  • Banner